Los amigos del arcoíris

Los amigos del arcoíris
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En un pequeño pueblo llamado Cielito, donde las flores son más brillantes y el aire huele a caramelos, vivían tres amigos muy peculiares: Lila, el alegre canario; Max, el travieso gato de manchas, y Sofía, una niña con cabellos de sol que soñaba en colores.

Un día, tras una lluviosa tarde, Cielito se iluminó con un hermoso arcoíris que se extendía como una cinta brillante en el cielo. Su fascinante belleza hizo que los tres amigos decidieran embarcarse en una aventura que los llevaría a recorrer el mágico camino de colores.

—¡Vamos! —exclamó Sofía, con una risa contagiosa—. ¡Quiero saber qué hay al final del arcoíris!

Así, siguiendo las tonalidades vibrantes, comenzaron a andar. El primer color que encontraron fue el rojo, donde unas manzanas enormes brillaban como rubíes en un árbol. Max, siempre juguetón, no pudo resistir la tentación y trepó con agilidad.

—¡Mira, Sofía! —gritó desde lo alto—. ¡He hecho una nueva amiga! ¡Una ardilla llamada Cereza!

Lila aplaudió con su pequeña alas, mientras Sofía sonreía. La ardilla, entusiasta, les contó historias sobre su vida entre las ramas y les ofreció manzanas para el viaje.

Al continuar, llegaron al color naranja, donde un grupo de luciérnagas bailaba sobre un campo de girasoles. El espectáculo de luces era todo un deleite. Las luciérnagas, al ver a los amigos, se unieron en juego y juntos compartieron risas y sueños mientras formaban destellos en el aire.

—¿No sería maravilloso si siempre pudiéramos jugar bajo este cielo iluminado? —susurró Lila, dejando escapar un canto melodioso.

Y así, antes de continuar, decidieron llevar con ellos a las luciérnagas. Así, el viaje se llenó de miles de luceros danzantes que acompañaban su camino.

Cuando llegaron al amarillo, encontraron una pradera de flores que reían al son del viento. Allí, un amable caracol llamado Solecito, conocido por su sabiduría, los recibió.

—Cada color es un sueño que florece en la vida —les dijo con voz suave—. ¿Cuál es el sueño que llevan en el corazón?

Sofía, emocionada, confesó que quería llenar el mundo de pintura y alegría; Max deseaba ser un gran aventurero que hiciera reír a todos, y Lila quería aprender a cantar más melodías dulces.

Solecito, con una sonrisa, les propuso un trato: si ellos reunían anhelos de otros, él les regalaría una pequeña paleta de colores que nunca se gastaría. Con espíritu decidido, los amigos prometieron buscar sueños en cada rincón del arcoíris.

Entonces, cruzaron al verde, donde se encontraron con un grupo de sapos cantores, que deseaban que sus croares fueran escuchados en toda el agua del mundo. En el azul, un grupo de peces voladores luego les dijo que anhelaban explorar nuevos océanos. Y al tema índigo, un búho sabio deseaba contar historias que nunca se olvidaran.

Reuniendo todos estos sueños, los amigos regresaron a Solecito, quien les ofreció la paleta. Al tocarla, cada uno vio sus sueños florecer en brillantes colores que llenaron a Cielito de música, risas y nuevas aventuras.

Desde aquel día, el arcoíris no solo fue un bello espectáculo en el cielo, sino el símbolo de los amigos y sus sueños, que siempre se unían en armonía. Y así, mientras el sol brillaba y las estrellas titilaban, Lila, Max y Sofía supieron que, bajo el arcoíris, la amistad era el color más importante.



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