La gran carrera de los animales del bosque

La gran carrera de los animales del bosque

En un rincón lejano del mundo, donde los árboles susurran secretos y el riachuelo canta melodías, vivía una alegre comunidad de animales. Era un lugar mágico, donde la luna jugaba al escondite y las estrellas danzaban sobre el río. Aquella mañana, un vibrante rumor recorrió el bosque como un soplo fresco de primavera: ¡habría una carrera!

En la pequeña llanura, donde los rayos del sol acariciaban la hierba verde, todos los animales se reunieron. Don Juan Conejo, con su pelaje blanco y sus orejas largas, se erguía como el maestro de ceremonias. Sus ojos chispeaban de emoción mientras anunciaba: “¡La Primera Gran Carrera del Bosque se llevará a cabo el próximo sábado! Todos los que deseen participar, ¡que se inscriban ya!”

Poco a poco, cada animal se iba apuntando. La elegante Doña Tortuga, con su caparazón adornado de flores, decidió unirse, aunque su andar era lento. “¡No subestimen la paciencia!”, dijo con una sonrisa tenue. La veloz Pájaro Lira, con plumas brillantes como el arcoíris, se burló encantadoramente. “¡Esta será una carrera! ¡No un paseo!”

A medida que se acercaba el gran día, las ansias crecían. El Sr. Zorro, astuto y ágil, entrenaba entre los arbustos y el Sr. Jabalí realizaba sus ejercicios en un claro. Pero, lo que más intrigaba a todos era la participación de Don Búho, el más sabio de todos, quien siempre prefería la tranquilidad de las ramas altas.

Finalmente, el día anhelado amaneció radiante. Los animales se alinearon en la línea de salida. Don Juan Conejo dio la señal, ¡y con un “¡Listos, ya!”! todos salieron corriendo. Pájaro Lira se elevó en el aire, guiando desde lo alto. El Sr. Zorro se deslizó, con movimientos elegantes entre los árboles, mientras la Doña Tortuga, cada vez más serena, avanzaba con firmeza.

Pero en medio de la carrera, algo inusual ocurrió. De repente, una nube oscura apareció en el horizonte, seguida de un fuerte trueno. Los animales, asustados, comenzaron a dispersarse. El viento soplaba ferozmente, haciendo temblar las ramas. Sin embargo, Don Búho, que había estado observando desde su rama, extendió sus alas. “Tranquilos amigos, no debemos correr en desbandada. ¡Recorramos juntos el camino de regreso!”

Y así fue. En un despliegue de valentía y amistad, los animales regresaron juntos al claro. Don Búho, con su sabia voz, les recordó que la verdadera victoria no lo era ser el primero, sino estar unidos. Con la tormenta a lo lejos y un arcoíris comenzando a aparecer, todos celebraron a su manera: tortugas que hicieron círculos lentos, zorros que danzaban en el barro y hasta pájaros que cantaban melodías suaves.

Desde aquel día, la Gran Carrera del Bosque no solo se convirtió en un evento esperado, sino en el recuerdo de un bello momento de unión, donde el triunfo se medía en risas y abrazos. Y así, el bosque siguió lleno de vida, música y el murmullo de amigos compartiendo amor y aventuras, bajo siempre brillante cielo.



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