La belleza de la princesa

La belleza de la princesa

La belleza de la princesa

En un reino lejanísimo llamado Lunaria, donde las nubes danzaban al son del viento y los árboles susurraban secretos, vivía la princesa Estela. Su belleza era tan deslumbrante que incluso las estrellas del firmamento se sentían celosas. Sin embargo, Estela no era solo hermosa por fuera; su corazón brillaba con una luz aún más radiante, iluminando a todos los que la rodeaban.

Un día, mientras paseaba por el bosque encantado que rodeaba su castillo, se encontró con un pequeño zorro de pelaje dorado. Este no era un zorro común; llevaba un gorro de paja y un pequeño tambor colgado al cuello.

—¡Hola, princesa! —exclamó el zorro con una voz melodiosa—. Soy Zorrito Rítmico, el más talentoso músico del bosque. He venido a mostrarte la verdadera belleza.

Intrigada, Estela aceptó su oferta y lo siguió a un claro mágico donde los colores brillaban como en un arcoíris. Allí, Zorrito Rítmico comenzó a tocar su tambor. Las notas salieron volando como mariposas, llenando el aire de alegría.

—La belleza —dijo el zorro mientras tocaba— está en cada un pequeño acto de bondad, en cada risa compartida y en cada abrazo sincero. Déjame enseñarte.

Juntos comenzaron a ayudar a los animales del bosque: repararon los nidos de los pájaros que la tormenta había roto, crearon un pequeño estanque para que los ciervos pudieran beber y, por supuesto, montaron una fiesta para celebrar todo lo logrado.

La alegría que crearon se reflejaba en los rostros de los animales. Estela nunca había sentido una belleza tan profunda como la que surgía de su corazón al ver a todos felices.

Al final del día, Zorrito Rítmico le dijo: —¿Ves, princesa? La verdadera belleza florece de las acciones que hacemos, no solo de lo que vemos.

Desde aquel día, Estela no solo fue conocida por su esplendor, sino también por su gran corazón y sus buenas obras. Así, cada vez que alguien le preguntaba qué era la belleza, ella respondía con una sonrisa:

—La belleza es todo lo que hacemos con amor, y el amor es lo que realmente nos hace brillar.

Y en el reino de Lunaria, la belleza de la princesa Estela se convirtió en un faro que iluminó a todos los que la rodeaban, haciendo que cada día fuera más hermoso que el anterior.



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